20 Ene Discurso Generación 2021-2023
Llegamos al final de un camino que empezamos en condiciones distintas. La pandemia nos hizo que tuviéramos un comienzo virtual y sólo nos reencontramos ya bien avanzado el primer año. Y terminamos junto a profesores, compañeros, amigos y familiares. El recorrido tuvo de todo, momentos alegres y tristes, momentos de presión y otros de distensión, momentos de reflexión en que pudimos comprender, asimilar, ampliarnos a la experiencia propia y de otros, y momentos en cuesta arriba, en donde la constricción y el enojo estaban a la mano, casi a la vuelta de la esquina.
Y a pesar de todo, y gracias a todo, estamos aquí, culminando una formación que nos deja contentos y conformes. Para nosotros, el objetivo se cumplió.
Y si bien conocimos o recordamos conceptos, que intentamos explicar en las pruebas teóricas con distintos grados de éxito, lo más importante fue el proceso y la experiencia de haber estado en este grupo de personas.
Desde un comienzo profesores y profesoras nos animaron a participar, a construir y dar una opinión, nos invitaron a equivocarnos, a correr riesgos. ¡Nada fácil para varios de nosotros! Sin embargo, este espaciointersubjetivo en el que la discusión y el análisis desde diferentes dimensiones era el objetivo, nos permitió compartir la riqueza de las distintas miradas presentes, (cada una con una historia,experiencias, conocimientos, emociones, etc.) para comprender y tratar de ayudar a otros. Una tarea más alla del educar una mirada, quizás algo del aprehender se jugó en cada una de las instancias del postítulo, muchas veces desde una dimensión tan personal donde los movimientos que había internamente no solo eran desde lo cognitivo sino desde un lugar que integra estos distintos ámbitos de la experiencia humana. Hoy hablábamos y compartíamos en el auditorio el sello quizás de este postítulo. La horizontalidad entre estudiantes y profesores, que en muchos casos posibilitó una experiencia transformadora íntima a disposición del quehacer de este oficio de la psicoterapia.
La herramienta principal de nuestra profesión somos nosotros mismos, y es complejo transmitir lo que para cada uno de nosotros significó el haber realizado el Postítulo. La mente humana, lo sabemos bien, es compleja y hasta paradójica en ocasiones. Los significados pueden ser variados y distintos. Aunque a veces se nos olvida, tenemos la potencialidad de ver las cosas desde distintos puntos, de integrar visiones polares y estados emocionales aparentemente contradictorios, de comprender nuestros motivos y acciones a la luz de nuestra historia, nuestro presente, nuestras interacciones con otros y con nosotros mismos.
Dicen que para escuchar analíticamente, necesitamos entrar en un modo de reverie. Es un estado de la conciencia donde podemos al mismo tiempo estar en contacto con el aparente caos onírico de la mente, y por otro, con el orden lógico y con el lenguaje, que son los instrumentos con los que interpretamos, analizamos y damos forma al mundo físico.
Para lograr este modo mental, es tan importante saber aferrarnos como soltar, en un equilibrio dialéctico que resulta vital entrenar. Aferrarnos a los aprendizajes, pero soltarlos para abrir espacio a lo nuevo. Aferrarnos a la conciencia para poder dar forma a lo que surge en la relación terapéutica, pero soltar el cerco teórico constante que no nos permite estar verdaderamente conectados en una experiencia de encuentro que siempre tiene algo nuevo, algo incomprimible dentro de nuestros limitados marcos conscientes.
A lo largo de la vida nos entrenan con ahínco para incorporar y aferrarnos. Parece lógico querer asegurar. El otro polo de la experiencia, en cambio, el polo del desapego, nadie parece muy entusiasmado por entrenarlo. Sin embargo, la realidad se impone, porque desde que nacemos comenzamos a despedirnos.
Todos los días nos despedimos. Por ejemplo, al dormir.
Dormir es un acto de fe. Nos despedimos del día confiando en que vendrá otro. Nada lo garantiza, pero es inevitable y necesario. Es necesario despedirse de la conciencia para recuperar energía y para soñar.
Dice Borges que en el sueño, nos proveemos a nosotros mismos del guión, el teatro, los actores y el público. Nuestro mundo interno se despliega de una manera sintética cuya intensidad quizás no podríamos tolerar despiertos. Es este sincretismo lo que nos fascina y agobia de los sueños, su capacidad para juntar pasado y futuro, interno y externo, lugares distantes en una única experiencia emocional.
Necesitamos despedirnos del día para que las experiencias cuajen en la mente y se consoliden en memorias y aprendizajes. No hay aprendizaje sin sueño. No hay aprendizaje sin despedida.
Necesitamos hoy despedirnos del postítulo para que decante lo vivido.
Despedirse no significa dejar de trabajar. Muy por el contrario. Significa abrir el espacio para que el estímulo externo se apague, para que nos desliguemos del día y nos adentremos en el sueño.
Sólo así el aprendizaje es redondo. Ya no se trata sólo de poner energía consciente en absorber lo que podamos de nuestros compañeros, profesores, textos guías, pacientes. Se trata de algo más difícil: experimentar que es en el reposo donde terminan de anudarse las experiencias como algo significativo y disponible en nuestro mundo interno para nosotros y nuestros pacientes.
Ese reposo está fuera de nuestro control. Pero igual como hemos aprendido a dormir tranquilos porque al otro día seguimos existiendo, es importante confiar en que esta despedida es una estación de recarga necesaria antes de volver a tomar las riendas de nuestro desarrollo profesional.
Es así que este término también puede ser entendido como un comienzo. Como dirían nuestros profesores, morir con las botas puestas para seguir caminando. Es el inicio de una etapa en la que nuestras capacidades y aprendizajes podrán ser puestas al servicio de quienes nos vayamos encontrando en el camino, en donde nuestra mente y nuestra emoción tendrán la potencialidad de ampliar ventanas, de abrir caminos, de establecer relaciones que permitan que otros vayan generando sus propios significados, que vayan reconfigurando sus propias historias, que vayan integrando sus propias experiencias, que les permitan finalmente tener una vida más sana, más ajustada, más completa.
Frente a este camino que iniciamos, en esta nueva etapa, quisiéramos compartir una reflexión, no nuestra por cierto, que creemos condensa el espíritu en que nos encontramos muchos de nosotros, alumnos, junto con un consejo de despedida.
Hay un gran poeta contemporáneo que escribió la reflexión:
“Ya, ya me está gustando más de lo normal
Todos mis sentidos van pidiendo más
Esto hay que tomarlo sin ningún apuro”
De lo que se sigue, lógicamente, el consejo:
“Despacito, despacito, suave, suavecito”
Quisiéramos terminar agradeciendo a nuestros compañeros y a nuestras familias y amigos que nos acompañaron en este proceso, y por supuesto al equipo de la Corporación Salvador, profesores y administrativos, por la experiencia compartida con nuestra generación 2021 – 2023. La calidez, la tonalidad y la sensación que lograron trasmitir son un sello que humaniza la calidad educativa de este postítulo.
Como una manera de reflejar nuestro agradecimiento, queremos hacer un regalo que simbolice nuestro crecimiento, curiosidad y permanencia.
Así como nosotros hemos crecido personal y profesionalmente durante este tiempo. Y así como nosotros queremos recordar siempre lo relevante que es mantener la sana curiosidad en todo nuestro quehacer. Así también queremos permanecer en la historia de la Corporación.
Muchas gracias.