12 Abr EL PODER DEL PERRO: ORGULLO, DOLOR Y VIOLENCIA
(Atención spoilers)
El poder del perro, galardonada con el Globo de Oro a la mejor película dramática, y cuya directora, Jane Campion, obtuvo el Oscar y el Globo de Oro a mejor directora, sorprende con sus giros y cautiva la atención de los espectadores por la complejidad psicológica que van develando sus personajes. Es una película interesante, si bien en un primer momento parece ser solo una película sobre un hombre machista que daña relaciones amorosas agrediendo a una mujer, Rose, y a su hijo homosexual Peter, el desarrollo de su trama va mas allá y nos permite acceder y observar aspectos oscuros de sus personajes y de la mente humana. Nos da la oportunidad de mirar cómo la agresividad y violencia pueden ser usadas defensivamente, para acceder a través de ella, a un estado de potencia y alejar sentimientos de vulnerabilidad, vergüenza y humillación.
La película nos presenta un viaje de arreo en Montana el año 1925, que lleva a Phil (interpretado magistralmente por Benedict Cumberbatch) y a su hermano George (Jesse Plemons), a la hospedería que mantiene Rose (Kirsten Dunst) con la ayuda de su hijo Peter (Kodi Smi-McPhee). Phil es un vaquero rudo. Dueño de una hacienda, cuando él habla todos callan. Peter, un joven delicado, se vuelve el blanco de sus agresiones y burlas. George, en un intento por reparar los malos tratos de su hermano, se acerca a Rose e inicia una relación que llega al matrimonio. Phil rechaza esta unión y ve en Rose a una mujer caza fortunas que viene a alterar la cotidiana cercanía con su hermano, a quien quiere más de lo que reconoce. Phil se encarga de atormentar a Rose y la lleva a refugiarse en el alcohol, cosa que no pasa desapercibida para Peter.
Phil encarna una masculinidad fálica y agresiva. Sin embargo, la película nos muestra otro lado de Phil y conocemos sus conflictos internos y su lucha con sí mismo. A veces se dice que rechazamos en otros lo que no podemos aceptar en nosotros mismos. Sin duda este es el caso de Phil, quien atormenta a Peter con su brutalidad. Ya en el primer encuentro Phil destruye las bellas flores de papel que Peter había creado para honrar a su madre, se burla del chico, alentando a los hombres que viajan con él a hacer lo mismo. Agrede y humilla al sensible y afeminado Peter y nadie sabe que Peter es él, un aspecto de sí mismo, rechazado y proyectado en el joven.
Phil repudia y se avergüenza de sus deseos y de su necesidad de amor. Sin duda en los años 20 no era fácil ser homosexual. Existía -y aún existe- una sanción social que comprensiblemente Phil temía. Él intenta hacer desaparecer de sí aquello que puede dejarlo expuesto al rechazo y a sufrir una nueva pérdida como la que había sufrido con su mentor y primer amor Bronco. Se desentiende y proyecta en el humillado Peter un aspecto de él, aquello que lo deja vulnerable, y adopta una coraza de vaquero omnipotente. La coraza le permite tener bajo control sus anhelos afectivos y sexuales. Sus defensas y agresividad protegen su self vulnerable como un perro guardián.
Pero Peter, a su vez, también es Phil. Su violencia es incluso mas cruel y vengativa. Él vive los vejámenes a los que Phil somete a Rose y promete salvarla. Su amor propio depende de cumplir esta promesa, porque como lo escuchamos decir al inicio de la película, “¿Qué clase de hombre sería si no ayudaba a mi madre? ¿Si no la salvaba?”. De apariencia delicada, Peter se devela como un joven capaz de maquinar una certera y cruel venganza. Otro perro guardián del honor.
Cuando descubre el secreto de Phil, al encontrar sus revistas con fotos de hombres desnudos y verlo masturbándose con el pañuelo de Bronco, Peter comienza a preparar una estrategia para acercarse a Phil y seducirlo. Es sigiloso e implacable. Ya hemos conocido la sangre fría con la que Peter mata animales. Cuando Rose, en un acto furioso regala todas las pieles de Phil, Peter encuentra la oportunidad para acercarse a él y le ofrece la piel de un animal infectado con ántrax que había recolectado.
Mientras Phil teje una soga con las pieles infectadas, ocurre un intercambio íntimo y macabro entre ellos. El joven seductor le cuenta cómo bajó a su padre cuando éste supuestamente se había colgado. Su padre alcohólico había causado a su madre mucho sufrimiento y a él le había cuestionado su fortaleza. El espectador, impactado, se enfrenta a la posibilidad de que Peter sea un asesino. Sus palabras al inicio de la película cobran un nuevo sentido. La trama de humillación y venganza que vemos entre Phil, Rose y Peter, ya había ocurrido antes. El impacto de esta posibilidad aturde e incluso resulta difícil para al espectador comprender que es Peter quien provoca la muerte de Phil. Cuesta pensar en una venganza cruel como esa, una crueldad y frialdad como aquella es propia de una personalidad psicopática.
Sabemos que la planificación de una venganza para destruir o dañar al autor de una ofensa humillante, puede tener un efecto energizante en un self frágil que se ha sentido abatido, deprimido o impotente. Ejecutar conductas violentas y ejercer poder sobre otros permite alejar sentimientos intolerables de vergüenza, dolor y vulnerabilidad, remplazándolos con su opuesto: brinda una experiencia de poder y orgullo. Pero esta forma, sin duda destructiva, de tratar con el dolor psíquico, no logra brindar una solución a los conflictos con la vulnerabilidad, no repara las heridas que otros pueden haber causado, tampoco construye una sólida autoestima. Es un triunfo momentáneo y precario.
Como espectadores quedamos con preguntas. ¿Cómo será la vida futura de Peter? ¿Sentirá culpa? ¿Qué tendría que haber pasado para que Peter no cometiera estos actos? ¿Faltó un tercero que lo cuidara y protegiera de la humillación y malos tratos? ¿Qué tipo de experiencia habría necesitado Phil para aceptarse a sí mismo?
El poder del perro es de esas películas que retumba en la mente del espectador por un buen tiempo después de los créditos finales.
Abril 2022